| Jesús es la Máxima Autoridad «Estaba en Colombo, en Sri Lanka. Allí me encontré con dos ex monjes budistas que habían vivido mucho tiempo con la cabeza rapada y vestidos con unas largas túnicas anaranjadas. En el monasterio recibieron un Nuevo Testamento y se pusieron a estudiarlo. Rápidamente se sintieron atraídos por la persona de Jesús y quedaron impresionados por la autoridad que emana de sus enseñanzas. Convencidos de que la autoridad de Jesús está ligada a su naturaleza divina, a su identidad de Hijo de Dios, lo recibieron en sus corazones como su Salvador. Prosiguieron su lectura para ver cómo deben conducirse los discípulos de Jesús. Estudiando los Hechos de los apóstoles llegaron a la conclusión de que debían bautizarse. Ahora esos dos hombres visitan a los monjes budistas para ayudarles a descubrir la persona y las enseñanzas de Jesús, el Maestro vivo». P. G. Ch. Cuando Jesús enseñaba, sus auditores sabían que sus lecciones sobrepasaban infinitamente el razonamiento humano, porque venían de Dios. Hoy Jesús continúa hablando y enseñando por medio de la Biblia. Debemos seguirle, pues conduce a la "luz de la vida". En ningún momento de nuestra vida podemos prescindir de su enseñanza. Sin él no podemos disfrutar lo más importante de la vida, es decir, el perdón de los pecados y una relación con Dios como Padre. Escuchemos cada día a Jesús, para que nos enseñe a vivir y a servirle. | |
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Postcommunio Súmpsimus. Dómine, sacridona mystérii, humíliter deprécantes, ut, quae in tui commemoratiónem nos fácere praecepísti, in nostrae profíciant infirmitátis auxílium: Qui vivis.
"RECUAR DIANTE DO INIMIGO, OU CALAR-SE QUANDO DE TODA PARTE SE ERGUE TANTO ALARIDO CONTRA A VERDADE, É PRÓPRIO DE HOMEM COVARDE OU DE QUEM VACILA NO FUNDAMENTO DE SUA CRENÇA. QUALQUER DESTAS COISAS É VERGONHOSA EM SI; É INJURIOSA A DEUS; É INCOMPATÍVEL COM A SALVAÇÃO TANTO DOS INDIVÍDUOS, COMO DA SOCIEDADE, E SÓ É VANTAJOSA AOS INIMIGOS DA FÉ, PORQUE NADA ESTIMULA TANTO A AUDÁCIA DOS MAUS, COMO A PUSILANIMIDADE DOS BONS" –
[PAPA LEÃO XIII , ENCÍCLICA SAPIENTIAE CHRISTIANAE , DE 10 DE JANEIRO DE 1890]